HUGO CHÁVEZ PIDIÓ UN MILAGRO
Con cierta extrañeza no exenta de respeto y comprensión, hemos visto los televidentes al presidente venezolano, antes de emprender otro viaje a Cuba, con un crucifijo en la mano, rezando en público a Cristo en el que dijo creer. Que le hiciese "el milagro de su salud para bien de su pueblo". Tan insólita postura en un reconocido dictador de izquierda, no escandaliza. Sí produce conmiseración y sorpresa, viendo pedir árnica -¡nada de teatro¡- ante la posible cercanía de la muerte.
Buen referente para todos y para la izquierda agnóstica y laicista. ¡Qué cierto es que sólo Dios conoce lo que encierra el corazón de cada hombre¡. Hugo Chávez siente su limitación humana, como cualquiera, ante un cáncer galopante que le ha hecho presa. Sigue, sin pretenderlo, el camino de tantos otros-poderosos y menos; creyentes y ateos; pecadores y santos- que se han visto necesitados de acudir al "Todopoderoso", ante la cercanía de la muerte. Es que el ser racional, es el único animal, consciente de su finitud y se siente interpelado por el hecho personal, inapelable e inevitable de la muerte. A su luz, la realidad que nos agobia cada día, cobra nueva dimensión y en los designios misericordiosos de un Dios, que ha muerto y resucitado por todos los hombres, puede ser la mano tendida para limpiar nuestros pecados y darnos la salvación eterna, que es lo importante. Esto es lo que pensamos, sentimos y proclamamos la mayoría de los cristianos.