Está visto y comprobado, dada la ignorancia y confusionismo existente hoy día en gran parte de los españoles bautizados, que las cosas más elementales y básicas de la religión
Cristiana, se desconocen o se han olvidado. Una principal, es la referente al pecado y al obrar divino respecto al pecador. De necios es negar la presencia del mal, del pecado, de la culpa, del remordimiento y hasta de la propia conciencia, pero propio de ignorancia o maldad mayúsculas, es desconfiar de la infinita misericordia de Dios con los pecadores.
Dos aseveraciones indiscutibles: Todos los nacidos de mujer somos pecadores. El Dios cristiano -lo sabemos por su Hijo Jesús- siempre perdona al pecador arrepentido por muchos y graves que sean sus culpas. No se precisa ciencia sino experiencia, para ver y aceptar la 1ª. Para la 2ª, nos basamos en la palabra, persona y promesas de Jesucristo. Dios no se puede contradecir, ha empeñado su palabra y ha ejercido su misericordia sin límites, en toda la Historia de la salvación, pero sobre todo en el N.T. Quien haya leído algo del Evangelio (¡buena noticia global¡) habrá concluido que Dios es infinitamente compasivo y misericordioso. Meditar, saborear y aceptar agradecidos esta realidad en el tiempo de Cuaresma y siempre, es el modo mejor de gozar de verdadera paz interior.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN