PREDICAR LOS MANDAMIENTOS.
A veces sucede que lo más obvio se olvida y lo más concreto se difumina, al no darse la necesaria y debida importancia. Si para muchos bautizados, el Decálogo se transgrede, conculca y trivializa por comodidad, egoísmo, irreflexión o falta de predicación de los pastores; nada digamos del olvido práctico, que una gran mayoría de bautizados, tienen de los Mandamientos de la Iglesia de la que forman parte.
Partiendo de esta penosa realidad, hay que insistir-"oportune et importune"- en charlas, catequesis, predicaciones, escritos etc, sin irse por las ramas, que los Mandamientos de la Iglesia están en pleno vigor hoy como ayer y siempre. Los viejos catecismos-Ripalda y Astete- y el CIC, así lo enseñan, subrayan, refrendan y exigen su cumplimiento, como medios seguros de santificación para agradar a Dios.
Bastaría echar un vistazo a cada uno de los 5 mandamientos, para ver y evaluar la vida personal y comunitaria de los cristianos actuales. El precepto dominical con la atenta y fiel participación en el acto más importante de la vida cristiana, el sacrificio de la santa Misa ni es apreciado, valorado y preterido por cualquier fútil razón o autojustificación.
Con honrosas excepciones el elemento juvenil está en paro y ausente-sin la eucaristía.
Otro tanto dígase de la obligación grave de confesar los pecados mortales- al menos una vez al año- o antes de comulgar.(¡?).Si lo dicho dejase tranquilos a los pastores actuales de la Iglesia católica, no cabría augurarla mucho futuro, salvo un milagro de la gracia.
Menos sociologismos, humanismos baratos y predicar los MANDAMIENTOS.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN.
