LA MUERTE Y LA VIDA ETERNA
Hay muchas frases hechas que la gente repite inconscientemente y que para un verdadero creyente son falsas, al carecer de contenido real. Tal es la tan manida
expresión: "En esta vida todo tiene remedio...,¡menos la muerte¡".
Un cristiano auténtico debería corregir este dicho corriente y formularlo de esta o similar manera: "Nada está definitivamente perdido en esta vida. Hay salida para todo, incluso para la muerte". En efecto, nuestros sentidos nos dicen con una aparente contundencia y rotundidad, que todo lo humano es finito, que nadie ha vuelto del más allá y que todos los humanos "somos seres para la muerte", según frase del ateo Sartre..
Para encontrar una salida lógica al hecho incontrovertible y desconcertante de la muerte no valen los argumentos racionales, experimentales o científicos, aptos para constatar solo que todo lo que nace, muere y que nada material es eterno. El único argumento es el de la fe cristiana, basada en el poder y misericordia de Dios, creador y salvador de cuanto existe. Jesucristo, el Hijo de Dios, la Palabra de Dios encarnada, nos ha dejado dicho en el Evangelio: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en Mi, aunque muera, vivirá y el que está vivo y cree en Mí, no morirá para siempre" (Jn 11 , 25-26).
Sobran aquí todos los argumentos racionales y experimentales para el que tiene fe y no hay argumento alguno posible para el que carece de ella. Esto es lo que recordamos el "Día de los fieles difuntos". MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN.