domingo, 5 de marzo de 2017

CONTAGIOS JUVENILES

 

CONTAGIOS JUVENILES

Todos los humanos somos vulnerables y potenciales víctimas de los males físicos y morales que

nos acechan. De modo especial los adolescentes y jóvenes, dada su escasa experiencia vital, están más expuestos a pagar un alto precio por su inmunidad o salud física, moral y espiritual. No se trata de contagios para el cuerpo, sino para el alma y el espíritu referidos a la adolescencia y juventud cristianas, a modo de una pandemia. He aquí su proceso: Los adolescentes y jóvenes que han pasado por la Iglesia tras la primera y a veces, última comunión, como los confirmados en su fe por otro sacramento, pasan, sin vacunarse debidamente, a ambientes sociales, donde no encuentran modelos de identificación cristiana. Ni en las familias, ni en la sociedad, ni en los adultos y mucho menos en los de su edad. El ambiente  puede más que todas las prevenciones. El materialismo, el consumismo,  hedonismo y egoísmo, les arrastra a abandonar la práctica religiosa, las armas cristianas de la oración, la Palabra de Dios y los sacramentos. En especial la eucaristía y la confesión. En una palabra, se hallan solos y con pocas fuerzas, arrastrados por un torrente desatado de indiferencia religiosa y de compañías poco recomendables. Si a esto se suma  la falta de voluntad y las pasiones de la carne, el resultado no puede ser otro que ir a la deriva en su relación con la Iglesia, con Dios y consigo mismos. Todo queda en la penumbra del olvido o desinterés práctico. Cierto que no hay que dar todo por perdido en esta edad. La luz de la esperanza radica en encontrar e integrarse en un grupo  cristiano; la devoción a la Santísima Virgen, resumida en sencillas prácticas de devoción; el ejemplo y referente de sacerdotes y catequistas que les quieran y orienten su vida de fe y caridad animándoles a superar las pruebas de esta edad de transición hasta su madurez. Encontrar la pareja adecuada, es un don de Dios que todo joven debe pedir a diario. Quien la encuentra, halla un tesoro y quizás la salvación para esta vida y para la otra. No es cuestión de suerte, sino de confianza ciega en quien todo lo sabe, todo lo puede y nos ama y amado con un amor infinito: Dios nuestro Padre.

MIGUEL RIVILLA SAN MARTÍN  D.N.I. 7576933C

S.Bernardo 101   28015 MADRID