sábado, 5 de enero de 2013

NOS HAS HECHO SEÑOR PARA TI.

NOS HAS HECHO SEÑOR PARA TI.

Pocas frases hay - fuera de la Palabra de Jesús –que  hayan sido escritas o dichas  por mano o boca humanas, conocidas en la literatura universal, hagiografías o biografías de personas célebres, cuyo contenido  pueda cotejarse con lo que escribió S. Agustín, hace siglos, el gran converso y santo de primera magnitud, doctor y obispo de la Iglesia.

Para quienes no la conozcan, meditado o experimentado en sus efímeras y caducas vidas de seres racionales, impulsados a lo trascendente, quiero glosarla con brevedad, sin otro deseo ni pretensión, que mostrar la verdad que encierra,  profundizando y asumiendo la perenne sabiduría de su contenido. He aquí la célebre frase agustiniana:

"Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón estará siempre inquieto, hasta que descanse en ti".

Fue Juan Pablo II quien preguntó al mismo santo qué podía decir a los hombres de hoy y responde con las palabras que Agustín confió en una carta dictada poco después de su conversión: «Me parece que se debe llevar a los hombres a la esperanza de encontrar la verdad» (Epistulae, 1, 1); esa verdad que es Cristo, Dios verdadero, a quien se dirige una de las oraciones más hermosas y famosas de las Confesiones (X, 27, 38): «¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo. Retenían me lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed, me tocaste, y abrasé me en tu paz».

Todos los humanos- creyentes o no – buscan ansiosamente la felicidad plena. La buscan con fatiga e ilusión en todo lo que les rodea. La frustración y desilusión es la respuesta más común a sus apetencias. No hay excepción.  El corazón humano está hecho para el Infinito Amor, que solo y únicamente  Dios puede llenar y satisfacer. Esta es la verdad universal que Agustín y con él todos los humanos, encontraron en la persona de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Quien le conoce, ama y sigue en esta vida, descansará en él, hallará la felicidad y amor pleno y sobre todo la vida eterna tras la muerte.  

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN.

 http://miriv.blogspot.com/