jueves, 8 de noviembre de 2012

PASTORAL JUVENIL

PASTORAL  JUVENIL

Se ha clausurado en Valencia, con una solemne eucaristía, presidida por el arzobispo de la capital del Turia, monseñor Osorio, con varios obispos, y una asistencia de unos 2000 jóvenes, el Congreso de Pastoral Juvenil, promovido por la CEE, del 1 al 4 noviembre.

La problemática de la juventud actual española, ha sido tema clave para la nueva  evangelización, propuesta por el Papa en el Año de la Fe. El diagnóstico está claro. La sociedad actual está enferma. Algo serio está fallando. No hay futuro para gran parte de la juventud actual: Paro, crisis económica, desempleo, carencias de formación humana y religiosa, absentismo en la vida eclesial y praxis religiosa, secularismo, relativismo etc. 

Un alto precio que tendrán que pagar no solo los jóvenes, víctimas muchas veces de las situaciones socio económicas, junto con toda la Iglesia y ciudadanía españolas, sino se ataja pronto el mal que se constata.

Todo esto y mucho más, puede resultar obvio y urgente, en el panorama actual juvenil.

Donde no hay respuesta clara, ni tampoco fácil, es encontrar el remedio a estos y a otros males que nos aquejan. El detectar el problema está muy bien. El buscar las causas del mismo y solucionarlo es lo importante.

¿Cuál es la causa de que la juventud, en gran parte, ande desnortada, sin motivaciones firmes y serias  para construir su futuro?. ¿Qué puede y debe hacer la comunidad eclesial al respecto?. ¿Qué pueden y deben hacer los mismo jóvenes?. A estas y otras cuestiones ha venido a dar respuesta el reciente Congreso clausurado en Valencia.  Los adolescentes y jóvenes han sido y son estafados claramente, sin que ellos mismos sean conscientes ni responsables del todo. La sociedad consumista en que viven, el ambiente viciado que respiran, los malos ejemplos de los adultos, la carencia y olvido de Dios, la falta de autoridad en la escuela y la familia, la ausencia de ideales morales, religiosos  y transcendentes, el permisivismo sexual, el relativismo, el hedonismo etc, son factores más que determinantes de su conducta individual y grupal. Van a la deriva, construyen sus vidas sin cimientos y están abocados al nihilismo y a la desesperanza. Lo peor de todo, es que hay todavía, quienes les halagan, les aplauden, incitan y justifican,  por el simple hecho de ser jóvenes. Pobre juventud. ¡Qué alto precio están pagando por tener y no ser¡.

Ante este triste y desolador panorama el remedio no puede ser otro que el anuncio de CRISTO y su evangelio, propuesto por la Iglesia, teniendo  como levadura en la masa a los mismos jóvenes, apóstoles decididos entre ellos mismos. Hermosa tarea que sin prisas y sin pausa ha de iniciarse, cuanto antes, al clausurarse el reciente Congreso de Pastoral Juvenil.

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN.

 

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN

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