MISAS FESTIVAS
El problema es de fondo y recurrente. En la práctica, está sin resolver. Los sacerdotes mayores hemos vivido los cambios en la liturgia y celebración de la misa, tras el Concilio, sin encontrar el punto justo y necesario. Hay aún serias diferencias entre curas y pastores protestantes; entre liturgistas y pastoralistas; entre curas jóvenes y mayores; entre celebraciones de grupos de comunidades y parroquiales etc.. "El centro y culmen de toda vida cristiana", la santa misa dominical, no es entendida, vivida, ni celebrada, por gran parte de fieles, según está prescrito en el Nuevo Misal del Vaticano II.
En el Concilio, se trató el tema a alto nivel, con dos corrientes diversas y encontradas. ¿La misa, es la renovación incruenta del único "sacrificio" de Cristo, que se ofrece al Padre como víctima de propiciación por los pecados de la Humanidad, o más bien, es la celebración gozosa, festiva, del "banquete eucarístico", en comunión con Jesús y hermanos reunidos -¡no siempre unidos¡ - en la casa común?. He aquí el dilema que surgió antes, en y después del Vaticano II.
Las plegarias eucarísticas aprobadas, contienen, explícitamente claras ambas tendencias. Aparecen repetidas ambas expresiones "sacrificio" y "banquete eucarístico". No debería haber controversia ni problema, en el aspecto teológico-litúrgico. Donde hay diferencia, es en la praxis. No es ni debe ser lo mismo una celebración con niños, adolescentes o jóvenes-¡donde haya jóvenes¡- que con fieles adultos y mayores. No es lo mismo una misa de funeral, que una eucaristía de adviento o cuaresma. Acuerdo unánime debería haber en no hacer de nuestras celebraciones un espectáculo "bonito o aburrido"; hacer las veces el sacerdote de "alter Cristus" y no de "showman" o cura orquesta y siempre cuidando que toda celebración aumente la vida de fe, esperanza y amor de los fieles.
Si esto falla por descuido o ignorancia, se estará malogrando el fruto de la renovación conciliar y lo que es peor, afectará a la vida cristiana de la entera comunidad eclesial.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN.
