lunes, 3 de febrero de 2014

VIVIR EN PECADO MORTAL

VIVIR EN PECADO MORTAL

Nadie en su sano juicio, por desesperado que esté, se jugaría su vida presente al albur de la ruleta rusa. Las consecuencias de su decisión podrían ser mortales. Ahora bien, lo que es más difícil de entender, en el plano espiritual, es que haya personas que se jueguen su suerte eterna, viviendo habitualmente en pecado mortal.

Según la moral católica, pecado mortal es la ofensa o transgresión libre y voluntaria (conocimiento + voluntad) contra cualquier mandamientos del Decálogo, en materia grave. Como caminantes que somos, todos tropezamos y caemos en la marcha hacia Dios. Lo terrible y peligroso es permanecer tiempo y tiempo, en estado de ruptura con Dios, al mismo borde del precipicio.

A veces por un placer efímero -un plato de lentejas- el pecador vende sus derechos de hijo de Dios, pierde la paz de su alma y malogra su legítimo deseo de felicidad aquí en la tierra y en el más allá. Una experiencia universal es comprobar que sin la amistad con Dios, nadie puede ser ni sentirse feliz. Las situaciones de infidelidad y adulterio dentro del matrimonio, las faltas de respeto al propio cuerpo y al de los demás, el no perdonar y guardar odio al que nos hizo mal, así como los malos deseos, mentir, perjurar, robar, blasfemar, drogarse etc.., son vías sin salida, que solo se curan con la confesión, el dolor y el propósito de enmienda.

Vanas son las disculpas que el pecador pone para no arrepentirse del mal hecho. No valen ante Dios, las justificaciones de que otros lo hacen, de que el mal era apetecible o de que no se  pueden evitar las ocasiones de pecar. Nadie sin esfuerzo (ayuno, oración y sacramentos) ha conseguido, por sus propias fuerzas, salir del pozo del pecado.Tal es y ha sido siempre la enseñanza de la Iglesia católica de siempre. MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN

 

 

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN

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28921 Alcorcón

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