LA INMACULADA
Al constar el grado de corrupción degradación moral, carentes de todo valor trascendente, a que amplios sectores de nuestra sociedad española han llegado, tanto hombres
como mujeres, salpicando incluso lo más bello del mundo, que es la infancia, se echa de menos, con imperiosa necesidad, alguien totalmente diferente, capaz de reconciliarnos
a todos con la dignidad propia de la condición humana y la de hijos de Dios. Se ha llegado en el aspecto de degradación moral a tocar fondo. El asco, la repulsión y la
saturación por tanta suciedad que nos envuelve por doquier, está clamando a gritos por una pronta recuperación de los valores perennes del espíritu.
El culto desaforado al cuerpo, a lo material e instintivo, nos ha llevado, como era previsible, a un callejón sin salida. La pureza, la castidad, la virginidad, la fidelidad...,son
valores que hoy no cotizan.En su lugar priman el desenfreno, la lujuria, la infidelidad, la corrupción, el adulterio y la mentira .
Ante tal panorama hay que concluir, que no es esto lo que se busca. Lo que se anhela es algo noble, limpio, incontaminado y puro. Si ese algo no existiese, habría que crearlo
entre todos.Pero he aquí, que por gracia y providencia de Dios, ese ideal y modelo único e inigualable de pureza ya existe y no es otro que su propia madre María Inmaculada.
Ella está puesta, por Dios no sólo como ideal inalcanzable al que debemos tender, sino como madre amorosa que ofrece su mano a todos sin distinción, para llevarnos hacia la
fuente única de vida y salvación que es su divino hijo, Jesucristo. Por favor, no despreciemos esta mano. Todos la necesitamos.MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN