MARÍA ASUNTA AL CIELO.
Desde el inicio de los tiempos y desde que el mundo existe, millones y millones de humanos han vivido en el planeta Tierra. De entre todos ellos, solo dos personas, Jesús y María, iguales a nosotros en todo -menos en el pecado- están en el más allá ( cielo) con su cuerpo y su alma gloriosos. Jesucristo resucitado, por su propio poder subió a los cielos y confesamos que está sentado a la derecha del Padre y vendrá un día para juzgar a vivos y muertos y su Reino no tendrá fin.
Su madre María, quedó en la tierra al desaparecer su Hijo, y al llegar el fin de su vida- vivió unos 75 años con S.Juan Evangelista- subió a los cielos por el poder de su Hijo Jesucristo (Asunción) y ha sido coronada como Reina y Señora de todo lo creado.
Ella, como Madre de misericordia, sigue intercediendo por todos sus hijos –hermanos de su Hijo Jesús- que caminamos, todavía, al encuentro del Señor y de nuestra Madre. Cierto es que millones y millones de almas santas ya purificadas del polvo y barro de la tierra, están ya gozando de Dios, esperando el Día glorioso de la Resurrección de la carne, en el que por el poder de Dios Todopoderoso, cada alma se unirá a su cuerpo para vida inmortal y eterna. Este el dogma y fiesta que hoy 15 de Agosto celebra el pueblo cristiano en el mundo entero.
Una sencilla reflexión. Hoy es la fiesta más grande de María, su Pascua –el paso de este mundo al más allá-. Es lógico y normal que nos alegremos por ello y la felicitemos. Donde está la Madre deben estar los hijos, nosotros pecadores, pero pedimos con toda la fe con el rezo de la Salve: Ea, pues Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos. Y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, oh clementisima, oh piadosa, oh dulce Virgen María ruega por nos, santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo. Amén Jesús.
