jueves, 30 de agosto de 2012

NO CULPES A DIOS DE TUS MALES

NO CULPES  A DIOS  DE TUS  MALES

Muchas personas creyentes, pero de fe vacilante, viven angustiadas y sin tener paz interior, cuando en su vida, se hace presente el mal. Frente a una desgracia imprevista - (una injusticia, una muerte repentina, un accidente, una enfermedad incurable, etc . . )

no saben reaccionar bien en cristiano y se rebelan contra Dios. En su interior -y a veces lo exteriorizan -, achacan a Dios un proceder injusto para con ellos.

"Habiendo en el mundo tanta gente mala, que no hacen nada más que daño a los demás - piensan- ¿cómo Dios permite que sufran y mueran inocentes; que haya injusticias; y que a mí, que soy buena persona, me pase esta desgracia? ¿Qué pecado tan grande, habré cometido, Señor, para que me pase esto? ¿Por qué, Dios mío, por qué?".

He aquí unas preguntas que no tendrán cumplida respuesta en este mundo. Tan sólo desde la fe y confianza en Dios - (El es bueno, a pesar de que no lo entienda, ni ha hecho el milagro que le pedí) -, podrá venir un poco de luz y consuelo a un espíritu atribulado. "Venid a mí los que estáis cansados y atribulados, dice Jesús, y Yo os aliviaré". Nadie en tales circunstancias, puede dar, aún con la mejor buena voluntad, pleno consuelo y menos dar razones convincentes, a los que sufren de este modo.

La luz y la fuerza para superar estas situaciones, sólo puede venir de Dios, mediante una humilde y perseverante oración: "¡Señor creo en ti, espero y  me fío totalmente de tí, pero aumenta mi fe!".

Nadie busque razones lógicas, pretendiendo explicar el mal existente. No las hallará.  Es preciso, creer, que ningún mal viene de Dios. Meditar  el evangelio. El ejemplo de Jesús y  María - los más buenos e inocentes del mundo - sufriendo en Getsemaní, en el Calvario y en toda su vida, el mal, el dolor, y la injusticia, son nuestros referentes. "Pase de mí, Padre, este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya". Oración de Jesús en el Huerto. He aquí el ejemplo a seguir para toda persona atribulada por el zarpazo del dolor físico o moral. Mientras no haya un abandono progresivo y completo en Dios, - muy costoso y doloroso-; pero a la vez meritorio y purificador, la persona probada, no encontrará paz y consuelo en su pena y dolor.

Millones de personas de toda edad y condición, han pasado y siguen pasando por esta durísima prueba del dolor "sin sentido". Es muy humano rebelarse frente al dolor, la injusticia o la muerte o mezclar a Dios, Padre bueno, en el drama del sufrimiento.

En estos casos, el creyente, experimenta en sí el valor del don de la fe. Cierto, también, que por mucha fe que se tenga, hay que pasar el trago amargo del dolor "hasta las heces", pero al menos, se tiene el consuelo y la seguridad de saber que éste no es algo absurdo y sin sentido. Tiene razón el dicho popular, que dice: "Dios escribe derecho con renglones torcidos o como escribe San Pablo: "Todo converge al bien de los que aman a Dios". MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN

 

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN

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