Las personas no somos máquinas de piñón fijo. No somos como los ríos, cuya agua no puede volver atrás. Al usar la libertad, tenemos la posibilidad de cambiar, rectificar y escoger en la vida otro rumbo que nos satisfaga y haga felices. De vez en cuando, está bien echar una mirada a nuestro interior, para ver si vamos bien en la vida, nos sentimos realizados y estamos contentos con nosotros mismos. De sabios es rectificar.
Todos los humanos nos sentimos atraídos por el bien, la belleza, la verdad y el amor. Dentro y fuera de nosotros encontramos algunas de esas cualidades que nos fascinan, pero que sólo satisfacen relativamente al poseerlas. Y es que la fuente de todo bien, belleza, verdad y amor está sólo en Dios, el ser absoluto. Hacia él, como partículas de hierro ante el imán, todos nos sentimos irremediablemente atraídos y experimentamos la verdad del dicho agustiniano:"Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón anda inquieto hasta que descanse en ti". Lo pensemos o no, todos los humanos venimos de Dios, somos de Dios y a Dios nos dirigimos. Buena ocasión para meditar el rumbo que lleva nuestra vida y obrar en consecuencia. Centrarnos en Dios es lo esencial. Nos va en ello nuestra paz y felicidad. Estamos muy a tiempo. MIGUEL RIVILLA.