CARNAVALES
Ayer como hoy la celebración de los carnavales ha sido objeto de controversia. Es que en cuestión de gustos, no hay nada legislado ni definitivo. Sin pretensiones conclusivas, me decantaría por dar un SÍ a los carnavales, cuando son artísticas manifestaciones, festivas y creativas del humor e ingenio del pueblo. Y un NO a los carnavales, cuando son sólo exhibición de groserías, de chabacanerías, de faltas de respeto, mofa y befa a personas e instituciones.
Bienvenida la ocurrente crítica, la sátira, la caricatura y hasta la chirigota, para el común entretenimiento. No es de recibo la horterada, lo cutre, el insulto gratuito a falta de imaginación. El dinero del pueblo es sagrado.
Hoy como ayer, el papel de bufón en la sociedad, cumple un necesario cometido catártico, pero en sus justos límites. Traspasados éstos, aunque amparados por el disfraz y el anonimato, tales celebraciones pueden dejar un amargo sabor de boca, tanto en los participantes como en los espectadores. ¿Podrá alguien justificar tales eventos para emplear la violencia, la venganza, los abusos sexuales o la burla de la Religión?. No es de recibo en modo alguno el parodiar a la Iglesia y a sus ministros o el hacer mofa y chacota de sus dogmas, ritos o sacramentos.
A los responsables, organizadores y autoridades les incumbe el decisivo papel de orientación y educación del pueblo llano, para que los carnavales sean lo que deben ser: sanos festejos populares. Nunca ocasión para exaltar lo soez, lo chabacano, lo inmoral y el libertinaje.
MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN D.N.I.7576933C
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