domingo, 19 de febrero de 2017

DESPEDIDA DE UN CURA EMÉRITO Y OCTOGENARIO

 DESPEDIDA ANTICIPADA DE UN CURA EMÉRITO Y OCTOGENARIO

Estoy en el ocaso de mi vida. Hace poco que cumplí 86 años con ilusión, paz y alegría. Quince de ellos han sido de propina, tras la operación de un infarto de corazón. Antes de ir al más allá, me despido con estas líneas de mis familiares, amistades, bienhechores y personas, que de algún modo he conocido y tratado, formando parte de mi vida. Hoy día muchas  de ellas muertas ya o como servidor, bastante mayores y tocadas.  En solo dos palabras resumo mis sentimientos, en este último tramo de mi existencia terrena: GRACIAS Y PERDÓN

GRACIAS a DIOS –uno y trino- a quien debo  todo lo que he sido, soy y seré en esta vida y en la otra. Con el gran literato francés Georges Bernanos proclamo  que todo es y ha sido gracia- ¡don y regalo¡-  en mi longeva existencia.

Desde el don maravilloso de la vida, hasta el valioso regalo de la fe; de mi nacimiento en una familia y hogar cristianos; de una educación infantil en ambiente salesiano; de mi vocación religiosa y ministerio sacerdotal; de las incontables oportunidades de hacer el bien a toda clase de personas; de disfrutar una longevidad especial e impensada…por todo esto y mucho más, solo sé y debo pronunciar las palabra: GRACIAS, SEÑOR.  

 

GRACIAS también a tantas personas, que con su ayuda espiritual y material, han hecho posible mi realización personal como hombre, cristiano, religioso y sacerdote.

Es justo y necesario mostrar mi gratitud  a familiares, amistades, cooperadores, agentes parroquiales, bienhechores etc, cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida y por quienes a diario he rezado en la santa misa y visitas al Señor. No podía faltar mi singular agradecimiento a mis hermanas de clausura (Mercedarias y Clarisas de Marchena), con las que conviví algunos veranos de mi vida. Sin olvidarme de las benedictinas (Sor Puri), de las salesianas-(sor Isidora) y sor Lucilia, misionera en Mozambique- de la hna de la Caridad (Sor Eusebia), de sor Mª Luisa y sor Josefina. Así como de mis Hnas Mínimas de Sevilla. Gracias por sus ejemplos, sus oraciones y afecto fraternal. A ellas debo en parte mi perseverancia en mi vocación hasta el final. Mi gratitud muy especial para mi vecina Isabel, que con tanto cariño como fidelidad, me ha cuidado en los largos años de mi estancia y destino en Alcorcón al faltarme mi madre q.e.p.d. Todo lo que podía por mí lo ha hecho EN VIDA como he deseado. Dios se lo pague con creces al ciento por uno.

 

La otra palabra que tengo grabada en mi mente y corazón es la de PERDÓN.

PERDÓN a Dios tres veces santo, por su gran misericordia para con este su siervo. Por mis muchos pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por no haberle puesto a Él en el primer lugar de mi vida; por mis faltas de correspondencia a su infinito amor, por mi egoísmo, amor propio, y mundanidad . Confío que su perdón en el sacramento de la misericordia, me haya limpiado de todas mis faltas y miserias.

Por último, miles de gracias y perdón, a mi querida madre del cielo, la Auxiliadora de los cristianos, a quien desde muy niño, he llevada grabada su imagen, en mi mente, alma y corazón.

Desnudo vine al mundo y desprendido de todo lo material salgo de él. Ni posesiónes, ni fincas, ni dinero, ni joyas, ni valores materiales dejo a mi paso por la tierra. Todo ha sido por gracia especial de Dios. El poco dinero que me queda, en mi testamento lo destino y dispongo para misas por mi alma, para Cáritas, las Misiones Salesianas y gastos de mi sepelio  Deseo que mis restos descansen en un nicho adquirido en Alcorcón y cerca de los de mi madre, hermano y cuñada, esperando la resurrección futura y la vida eterna que a todos los hummanos nos mereció Jesucristo con su muerte, vida y resurrección. AMÉN.

 

Este escrito está firmado y rubricado por mi en pleno uso de mi libertad y facultades mentales en la Residencia de Sacerdotes S. Pedro de Madrid el día 19/3/2017, aniversario de mi bautizo.

Pbro. MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN.    

PD. Desearía en lo  que me reste de vida, aquí en la Residencia de sacerdotes, que respeten esta mi voluntad escrita:

Me amortajen con el crucifijo, mi alba y estola sacerdotal Nada de coronas ni flores. El importe para necesidades de otros curas necesitados.