sábado, 5 de mayo de 2012

REFLEXIÓN ANTE LA CRISIS NACIONAL

 

REFLEXIÓN ANTE LA CRISIS NACIONAL

Propio de políticos mediocres, es denunciar la realidad, tantas veces sangrante, (recesión, paro, crisis económica con sus derivas de pobreza y angustia vital de miles de familias), sin reconocer el origen del mal y que nos hallamos en situación de emergencia nacional . Se lamentan -¡eso sí¡ - sus efectos en el Parlamento y en los medios, pero ni se buscan las causas y menos los remedios del mal.   Se corre el riesgo de irse insensibilizando, ante la avalancha de casos muy duros y sangrantes, de los que se tiene puntual e inmediato conocimiento. Quizá, por uno momento, hieren la sensibilidad, pero al poco rato, se olvidan, tras conocer otros nuevos, no menos impactantes. Es que vivimos instalados en la vorágine de la información inmediata -Internet global- y apenas nos queda tiempo hábil para la reflexión personal y colectiva. Casi todos, sin  darnos cuenta, nos vamos convirtiendo en personas superficiales, a quienes resbalan los hechos más crueles y tremendos de los demás. Una tras otra, las noticias nos llegan en cascada incontenible, sin producir más reacción que buscar solo los culpables. Estamos curados de  espantos. Pocas cosas - ¡si hay alguna! -nos llegan a conmover a fondo para arrimar el hombro y ver si entre todos, salimos a flote. No son pocos también los que buscan su interés personal o partidista, sin compromiso  ni decisión a remediar lo que está en sus manos.

De vez en cuando, la editorial de algunos  medios, la intervención de personas de  autoridad o de prestigio, de lúcidos especialistas en economía o moral,  analizan la realidad y nos  sitúan en la etiología (estudio de las causas) del devenir diario. Está bien, pero no es suficiente. Se echa de menos, sobre todo, la reflexión de "hombres de Dios" (profetas, santos, parlamentarios, sacerdotes, etc.) que hagan despertar del letargo  a los demás, e inciten a elevar la mirada por encima de nuestras cabezas, hacia la trascendencia. Lo peor es caer en una actitud superficial, frívola, exculpatoria, irreflexiva, sectaria y partidista, frente a la que está cayendo y que amenaza anegarnos a todos con consecuencias imprevisibles para el futuro común. Estamos a tiempo. La Historia será implacable en juzgar y poner a cada político en su sitio no por sus palabras, sino por sus hechos.    

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN. Alcorcón. DNI 7576933C