lunes, 14 de mayo de 2012

SACRAMENTO DE UNCIÓN A LOS MAYORES

SACRAMENTO DE UNCIÓN A LOS MAYORES

 

Mucho, a Dios gracias, ha evolucionado en las comunidades cristianas –sean parroquias, hospitales, residencias, etc. -- el aprecio y la práctica de este sacramento. Hace años, muchos enfermos rehuían la recepción de este sacramento pues el solo nombre de "extremaunción" les indicaba, claramente, que era el postrer trámite antes de la muerte o de pasar de esta orilla al más allá. El instinto de querer vivir, aunque con limitaciones, era más fuerte que todas las piadosas consideraciones religiosas o de  otro tipo.

 

La Iglesia, con buen criterio, además de cambiar el nombre, facilitó el poder de recibir este sacramento no "en las últimas"  y con harta frecuencia, estando el sujeto, todavía vivo, pero casi inconsciente. Permitió la celebración comunitaria y de un modo casi festivo y alegre   para personas mayores o enfermas con cierto peligro cercano  de muerte. Mi madre antes de su muerte, recibió este sacramento administrado por su hijo varias veces.

 

Nada de miedos y temores. Ambiente natural con amigos y amigas de igual o semejante edad y celebrado y recibido dentro de la eucaristía, con el consuelo completo de la sagrada comunión.

 

Esta pastoral que se viene practicando después del Vaticano II, ha roto con prejuicios arraigados en las mentes de los mayores y se viene practicando más o menos del modo anteriormente descrito en grupos de personas de la 3ª edad, con plena satisfacción y

provecho espiritual.

 

La Unción de los enfermos

Los Evangelios muestran claramente el cuidado corporal y espiritual con que el Señor atendió a los enfermos y el esmero que puso al ordenar a sus discípulos que procedieran de igual manera. Sobre todo, reveló el sacramento de la Unción que, instituido por él y proclamado en la carta de Santiago, fue celebrado siempre por la Iglesia en favor de sus miembros con la unción y la oración de los presbíteros, encomendando a los enfermos al Señor doliente y glorioso para que los alivie y los salve (cf. St 5,14-16), exhortándolos también para que asociándose libremente a la pasión y muerte de Cristo  colaboren al bien del pueblo de Dios.

 

En efecto, el hombre, al enfermar gravemente, necesita de una especial gracia de Dios, para que, dominado por la angustia, no desfallezca su ánimo, y sometido a la prueba, no se debilite su fe. Por eso Cristo robustece a sus fieles enfermos con el sacramento de la Unción fortaleciéndolos con una firmísima protección.

 

La celebración del sacramento consiste primordialmente en lo siguiente: previa la imposición de manos por los presbíteros de la Iglesia, se proclama la oración de la fe y se unge a los enfermos con el óleo santificado por la bendición de Dios: con este rito se significa y se confiere la gracia del sacramento.

 

Este sacramento otorga al enfermo la gracia del Espíritu Santo, con lo cual el hombre entero es ayudado en su salud, confortado por la confianza en Dios y robustecido contra las tentaciones del enemigo y la angustia de la muerte, de tal modo que pueda no sólo soportar sus males con fortaleza, sino también luchar contra ellos e, incluso, conseguir la salud si conviene para su salvación espiritual; asimismo, le concede, si es necesario, el perdón de los pecados y la plenitud de la Penitencia cristiana (Todo lo anterior está copiado y extraído de las  prenotanda del Ritual de la Unción y de la Pastoral de enfermos nº 5-6)

 

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN.

 

MIGUEL RIVILLA SAN MARTIN

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